Video

27/01/2021 16:36 (UTC)

ECUADOR VENEZUELA CORONAVIRUS

El "virus del hambre" de los venezolanos se impone al cierre de fronteras

Tulcán (Ecuador), 27 ene (EFE)(Imágenes: Xavier Montalvo).- El cierre de fronteras por la covid-19 en los países andinos no impide que miles de venezolanos sigan cruzando por trochas de un país a otro para superar el "virus del hambre", un reto para las autoridades que tratan de impedir la propagación del coronavirus.

Miles son los migrantes venezolanos que, cada mes, siguen cruzando de Colombia a Ecuador, y de Ecuador a Perú, en busca de un futuro en medio de la caótica pandemia, y lo hacen por decenas de pasos ilegales que las autoridades no alcanzan a controlar: cuando destruyen uno, abren otro.

Cruzamos "por trochas, nos toca pasar un río, caminar monte con muchos riesgos", cuenta a Efe Arturo, un joven migrante que este martes se adentraba en territorio ecuatoriano desde Colombia, tras 21 días "mochileando".

Para cruzar cada frontera desde su lejana Venezuela, este valenciano paga el equivalente de entre 5 y 10 dólares, una suma nada despreciable para quien no tiene nada.

"No es un secreto que Venezuela ahora está muy difícil. Gracias a dios nos ayudaron de ACNUR, las corporaciones mundiales nos han prestado apoyo para refugio comida y aquí estamos", sentencia con el tono conformista que le impone una realidad ineludible.

Otro joven venezolano relata que por la carreteras que han caminado hay "gentío, una multitud", y no son pocos los peligros que les acechan en su camino a los países más al sur del continente, principalmente Perú y Chile, como también al entregarse a las mafias para poder cruzar las trochas.

PERU PONE FRENO

Durante el último año y medio Ecuador ha destruido algunas de las trochas en su frontera con Colombia por las que acceden los venezolanos y el contrabando, pero se trata de una gota en un vaso de agua.

El martes, Perú lanzó una operación con más de 1.200 hombres y más de 50 vehículos militares, incluidos blindados, para vigilar unos 30 pasos ilegales en su frontera con Ecuador.

La presencia militar ha dado lugar a algunas situaciones de tensión cuando soldados han efectuado disparos al aire en señal de advertencia, lo que ha propiciado que la Defensoría del Pueblo de ese país recordase "el interés superior del niño, los derechos a la reunificación familiar y a solicitar asilo".

La operación ha sido lanzada con el conocimiento de Ecuador, tras una reunión entre los jefes de los comandos conjuntos de ambas Fuerzas Armadas, los generales César Astudillo y Luis Lara Jaramillo, el pasado 12 de enero.

Al igual que Arturo, que se comulga a pedir monedas y comida para subsistir durante su viaje, también Edison Aguilar.

"Hemos pasado hambre, ha sido fuerte la cosa. Algunas personas nos ayudan, otras nos tratan mal, nos ofenden, nos insultan pero, unas que otras, nos ayudan con la mano en el corazón y estamos agradecidos con esas personas", sentencia en la ciudad.

Alrededor de ella, entre sus pastorales pastos y altos montes, el drama de la migración venezolana fluye en silencio en el cauce del Carchi.

Por esa línea fronteriza han pasado en los últimos cuatro años más de un millón y medio de venezolanos, unos solos, otros con familia. Niños, jóvenes, adultos, ancianos...

Unos 400.000 han encontrado refugio en Ecuador, el resto han seguido camino a Perú y Chile, mucho más apetecibles a priori para hacerse un futuro y mantener a los que quedaron atrás.

EL CENTRO OFICIOSO DE MIGRACION

Aguilar, natural de Caracas, va acompañado de su mujer, que en el trayecto "cayó de boca de una mula" cuando subían por una ladera.

En su caso, un mes mochileando para llegar hasta Guayaquil, cruzando trochas en manos de mafias porque "a riesgo uno se va por un río de esos y llega como sea".

"Cerca" ya de su destino, a apenas 660 kilómetros de una larga travesía, Aguilar habló con Efe mientras trataba de conseguir pasajes de autobús para él y su mujer, "para que no se me vuelva a caer de una mula porque, aunque es fuerte, está embarazada".

Sin datos sobre el tránsito ilegal entre fronteras, Fernando Villarroel, administrador de la terminal de autobuses de Tulcán, se convierte para los periodistas en un casi "departamento oficioso de migración".

"Desde el jueves 14 hasta el lunes 18, tuvimos una gran, gran, afluencia de pasajeros extranjeros, un 85% de nacionalidad venezolana", cuenta a Efe.

En esos cuatro días, pasaron por la terminal "más usuarios que en las últimas tres semanas de diciembre", un período de mayor movimiento por las Navidades.

Para dar abasto, el servicio tuvo que ser reforzado cada día con entre 20-25 frecuencias adicionales a las que, normalmente, esta autorizada la terminal durante la pandemia.

"Hemos hecho un cálculo de que esos cuatro días se movilizaron más de 6.500 personas", asegura sobre el fuerte incremento, que se ha normalizado desde entonces a "unos 300 extranjeros diarios que se desplazan hasta Perú y Chile".

Un agotador viaje de más de 800 kilómetros, 14-15 horas de duración, por las sinuosas curvas del corredor andino.

LOS RIESGOS DE LA COVID

Para las autoridades, el paso de estos migrantes se ha convertido en una amenaza sanitaria, dado que no hay control sobre posibles contagiados, y el virus se desplaza con ellos a lo largo de su recorrido.

"No todos colaboran con el distanciamiento o el uso de mascarilla y tuvimos que recurrir a megáfonos constantemente para separarlos", recuerda Villarroel, esperanzado de que "el flujo baje considerablemente para que las diferentes autoridades en la terminal podamos controlar y cumplir con todos los requerimientos de bioseguridad".

Pero frente al virus de la covid, al migrante venezolano se le hace más amenazante el del hambre, la falta de trabajo, la escasez de servicios médicos y hasta la persecución política, como Rubén Gallardo, un ingeniero del petróleo que, pese a una discapacidad en la columna, lleva un mes caminando.

Cruzar trochas es para él una quimera, por lo que, cuenta, sus compañeros de viaje lo "cargan" y lo ayudan "arrastrándose".

Del operativo fronterizo en la zona de Huanquillas-Tumbe ni siquiera ha escuchado, pero su determinación es llegar a territorio peruano para reunirse con un familiar.

Y si no hay una trocha, habrá otra. Más difícil es conseguir los 5-10 dólares para cruzarla, y mayores aún los riesgos.

"Nos roban en las trochas, nos quitan dinero, nos amenazan, pero seguimos la lucha y seguiremos hasta el destino que queremos llegar", concluye.

IMÁGENES: RECURSOS DE TROCHAS Y VENEZOLANOS CRUZANDO LA FRONTERA Y TOTALES DE LOS MIGRANTES VENEZOLANOS ARTURO, OTRO SIN IDENTIFICAR, EDISON AGUILAR, Y RUBÉN GALLARDO; Y DE FERNANDO VILLARROEL, ADMINISTRADOR DE LA TERMINAL DE AUTOBUSES DE TULCÁN.

efe,destacado,ecuador,venezuela,coronavirus,migrantes

Product Suggestions

Video
EFE VÍDEO
Photo
Gráfico general y gráfico territorial EUA-Caribe.
Multimedia
Contenidos digitales general multimedia América
Stories
Reportajes general América
Photo
Gráfico general América
Video
EFE VÍDEO
Text
Unión Europea
Text
Texto deportes general España