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30/04/2021 13:32 (UTC)

CORONAVIRUS INDIGENAS

Doce días en río por una vacuna: el viaje de indígenas matis por el Amazonas

Atalaya do norte (Brasil), 30 abr (EFE)(Imágenes: Tatiana Nevo).- Desde lo profundo del Amazonas brasileño, Pixi Isma y Kunnin viajaron durante 12 días, junto a otros 35 indígenas matis, desde sus aldeas a las orillas del río Branco, un afluente del Amazonas, hasta Atalaya do norte, el pueblo más cercano a sus aldeas con el único propósito de vacunarse.

En barcazas cubiertas, para protegerse de la lluvia durante el viaje, algunas familias matis salieron de sus "malokas" (viviendas), en lo profundo de la selva brasilera fronteriza con Colombia y Perú, para embarcarse por el profundo río Javarí hasta llegar a Atalaya do Norte para tomar la segunda dosis, ya que los equipos de vacunación no llegan hasta sus aldeas pasadas las jornadas de vacunación.

Cuando las autoridades brasileñas acudieron a ponerles las dosis, algunos de estos hombres, cazadores por tradición, se encontraban en la selva con sus arcos, flechas y cerbatanas, o en los ríos pescando e intentando llevar algo de comida a las "malokas" donde viven con sus familias.

Allí, las mujeres trabajan todas las mañanas en la "chagra" una espacie de huerta ancestral donde cultivan vegetales y frutos, y se encargan de tejer a mano y con hojas de caraná los techos sus viviendas, canastos, platos y hamacas.

"NO QUEREMOS MORIR MÁS"

"Al principio cuando salieron las vacunas tuvimos miedo. Después vimos que otros indígenas de otras regiones se pusieron la vacuna y tomamos coraje. Nuestro pueblo ha sido mermado, no queremos morir más solo quedamos 600 en todo el valle del Javari", explica a Efe Pixi Isma, uno de estos matis que vive en la aldea más lejana de la comunidad.

Después de su larga travesía en las barcazas, y de aparecer de imprevisto en Tabatinga, la ciudad fronteriza con Colombia, para avisar a las autoridades de su deseo de vacunarse, este grupo de indígenasestán atrapados en Atalaya do Norte con comunidades de otras etnias porque no cuentan con la gasolina ni el dinero para retornar a sus aldeas.

Aunque son grandes cazadores y con sus cerbatanas y sus dardos envenenados con "curare" (una mezcla con plantas venenosas) pueden disparar a más de 30 metros a un ave en pleno vuelo, la situación actual de este grupo de indígenas es precaria porque los bosques de várzea en esta época del año están inundados, por la cercanía al río Amazonas, y el flujo de los no indígenas les complica avistar y cazar los animales de los que ellos normalmente comen. Por eso han recurrido a la pesca y a atrapar pequeños caimanes para alimentarse.

"No tenemos comida, ni gasolina, FUNAI (Fundación Nacional del Indio) no tiene como ayudar, nadie nos ayuda, queremos regresar a nuestras aldeas, algunos vinimos a vacunarnos, otros a arreglar documentación?", narra Kunnin, vocero de su comunidad.

Vinieron con artesanías que venden, cerbatanas, arcos y flechas, pero apenas se ganan de 10 a 50 reales (1,8 a 9 dólares) con las ventas.

FUNAI, el departamento de asuntos indígenas del Gobierno brasileño protege y defiende los derechos y territorios de los pueblos indígenas, pero debido al reciente recorte presupuestal de más del 60 % por parte del Gobierno de Jair Bolsonaro se han limitado las ayudas.

Luciano Rodríguez Kanamaris, un humilde pescador del pueblo, conmovido por la triste situación de los indígenas, los recibe diariamente en su balsa pesquera y les brinda de lo que haya conseguido en el día. "No tengo mucho para darles, pero los ayudo en lo que pueda, están aquí, se bañan aquí, compartimos y reímos un rato", comenta.

LA IMPORTANCIA DE LAS TRADICIONES Los niños de esta comunidad pasan el tiempo jugando en el río y saltando entre las barcazas varadas en la orilla. Marke, el hijo de Kunnin, tiene 16 años y acaba de recibir su primer "paut", un ornamento que se incrusta en uno de los lóbulos de sus orejas y que representa su posición en la familia.

Pasarán algunos años más hasta que le perforen la nariz con dos fibras negras de palma que simbolizan los primeros pelos que le salen en la cara a los mamíferos: "demush" y "vibrissa". Cuando llegue ese momento, Marke ya no disfrutará jugado a la orilla del rio Amazonas con otros niños, como hace ahora.

Para que estos niños puedan lucir sus "septos" en la nariz y el "detashkete", hecho con la parte más plana de una concha de caracol, en el lóbulo de sus orejas como lo hace Pixi Isma, deben alcanzar un nivel de madurez media.

Los rituales de los matis son tan importantes como las tareas diarias. Dan un sentido de pertenencia y posición en la tribu, y hablan de la madurez de sus integrantes, de las cosas que se esperan de ellos y obligaciones; también del orgullo y jerarquía.

No es sino hasta cumplir 19 años que hombres y mujeres han modificado casi en su totalidad su cuerpo, lo han provisto de sortilegios y protecciones con la "musha" un tatuaje de 6 líneas en sus mejillas que representas los pelos y la fuerza del jaguar, otras 2 líneas en la sien que simbolizan los caminos que deben recorrer y dos más en la frente que son el río Amazonas y sus afluentes, líneas que los guían para que no se pierdan, para que siempre puedan volver a sus aldeas.

PASOS HACIA LA OCCIDENTALIZACIÓN

"Históricamente los pueblos indígenas del Javari no vivían a las orillas de los grandes ríos, vivían muy adentro del territorio, pero entre más contacto, más cerca se quedaron del río para continuar el trueque y las ventas", explica a Efe el antropólogo de la Universidad federal UFSC Thiago Arruda Ribeiro.

Con el paso del tiempo, los matis han ido dejándose ver cada vez más y comenzaron a hacerse con barcos motores, aunque sigue siendo muy insólito verlos en núcleos urbanos.

"No vienen siempre, acuden a veces a comprar herramientas para cazar y pescar. Vienen, compran y vuelven, no se quedan en el pueblo? es muy importante que los matis se hayan desplazado por iniciativa propia hasta Atalaya porque demuestra que ellos están interesados en vacunarse, lo que parece obvio, pero no lo es, ya que en muchos lugares los indígenas tuvieron miedo de la vacuna", asegura Ribeiro Los matis fueron contactados por primera vez a finales de 1976, ya que la dictadura militar de Castelo Branco daría inicio a la construcción de la vía perimetral norte, una vía con la que se pretendía lograr unir la Amazonía brasilera a costa del robo territorial indígena.

Esta obra no fue concluida pero este primer contacto generó un impacto devastador en este pueblo indígena, ya que el 3 % de la población matis murió a causa de varias epidemias como la malaria, el sarampión y la gripe, epidemias introducidas por aquellos no indígenas que iniciaron este primer contacto y no tuvieron los debidos cuidados al adentrarlos en nuestro mundo foráneo.

El conflicto y los enfrentamientos violentos con otros indígenas no contactados, la enfermedad, la muerte de los viejos sabedores y de los chamanes junto con la pérdida de sus tierras tiene en riesgo de extinción a los matis, un pueblo que prevalece y resiste, y que permanece inmune al Covid-19, ya que de momento no se ha registrado un solo caso en sus aldeas.

IMÁGENES: RECURSOS DE LAS ALDEAS DE MATIS Y SU RECORRIDO POR RÍO; TOTALES DE Kunnin.

TRADUCCIONES:

"Mi pariente viene de la aldea (Pixi isma), algunos vienen para vacunarse, otros vienen para arreglar la documentación de sus hijos, documentos que necesitan para la bolsa de familia, para maternidad, todo eso. Cuando el pariente baja, toma el transporte y todo el mundo viene hasta aquí y se quedan aquí, porque la FUNAI no tiene las condiciones para dar la gasolina, la UNIVAJA no está dando más gasolina, no hay una articulación, nosotros mismos vamos intentando ayudarnos para regresar a la aldea, cada entidad tiene que darnos gasolina, UNIVAJA, la FUNAI nos da un timbo, dos timbos para retornar. Nuestros parientes están aguardando al mismo tiempo están enfrentando para retornar a la aldea".

"Nosotros no vamos mucho detrás de las instituciones, nosotros no vamos a pedirle a la FUNAI o SESAI o a la alcaldía, no, nosotros traemos nuestras artesanías, productos también, y nosotros vendemos cerbatanas y flechas y demás cosas que traemos de la aldea. Nosotros vendemos y pero aquí en Atalaya vendemos muy poco: 50, 10, 25 reales, no sabemos qué está pasando afuera, pero así nosotros conseguimos gasolina para poder retornar a la aldea, nosotros no dependemos de la FUNAI ni de la SESAI, nosotros nos vamos rebuscando, vamos consiguiendo dinero de a poquito, así vamos consiguiendo solventar para regresar a la aldea. Eso hacemos".

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