09/04/2003 12:00 (UTC)
Jorge Oteiza decía que la muerte le iba a curar de la vida y el 9 de abril de 2003, a sus 94 años, cerró para siempre su herida, la de uno de los grandes creadores del último siglo, lo que no impedirá que su voz de impenitente agitador, siempre en desacuerdo, siga resonando en el panorama estético, político y social.
Escultor, poeta, arquitecto o ensayista son algunos de los apelativos que se le cuelgan a Oteiza, quien modernizó la escultura y regeneró la estética vasca. Pero él siempre prefería que le llamaran poeta. "La poesía es un buen descanso, es una buena barca para navegar siempre que no te conduzca a ninguna parte", solía decir. Oteiza tenía una calidad artística indiscutible, avalada por premios como el Príncipe de Asturias de las Artes o la Medalla de las Bellas Artes y críticas elogiosas como las de Frank Ghery, el arquitecto del Guggenheim bilbaíno -proyecto contra el que estuvo siempre el escultor vasco-, que consideró a Oteiza como el Le Corbusier y el Picasso de la escultura. Consideraciones elogiosas que lucharon cuerpo a cuerpo con malentendidos, controversias, acusaciones y litigios, como el que mantuvo durante años con el otro gran escultor vasco, Eduardo Chillida, a quien acusó de plagio. Con fama de viejo león encrespado, aunque cariñoso y sentimental, dedicado a captar el...
Jorge Oteiza decía que la muerte le iba a curar de la vida y el 9 de abril de 2003, a sus 94 años, cerró para siempre su herida, la de uno de los grandes creadores del último siglo, lo que no impedirá que su voz de impenitente agitador, siempre en desacuerdo, siga resonando en el panorama estético, político y social.
Escultor, poeta, arquitecto o ensayista son algunos de los apelativos que se le cuelgan a Oteiza, quien modernizó la escultura y regeneró la estética vasca. Pero él siempre prefería que le llamaran poeta. "La poesía es un buen descanso, es una buena barca para navegar siempre que no te conduzca a ninguna parte", solía decir. Oteiza tenía una calidad artística indiscutible, avalada por premios como el Príncipe de Asturias de las Artes o la Medalla de las Bellas Artes y críticas elogiosas como las de Frank Ghery, el arquitecto del Guggenheim bilbaíno -proyecto contra el que estuvo siempre el escultor vasco-, que consideró a Oteiza como el Le Corbusier y el Picasso de la escultura. Consideraciones elogiosas que lucharon cuerpo a cuerpo con malentendidos, controversias, acusaciones y litigios, como el que mantuvo durante años con el otro gran escultor vasco, Eduardo Chillida, a quien acusó de plagio. Con fama de viejo león encrespado, aunque cariñoso y sentimental, dedicado a captar el...
Jorge Oteiza decía que la muerte le iba a curar de la vida y el 9 de abril de 2003, a sus 94 años, cerró para siempre su herida, la de uno de los grandes creadores del último siglo, lo que no impedirá que su voz de impenitente agitador, siempre en desacuerdo, siga resonando en el panorama estético, político y social.
Escultor, poeta, arquitecto o ensayista son algunos de los apelativos que se le cuelgan a Oteiza, quien modernizó la escultura y regeneró la estética vasca. Pero él siempre prefería que le llamaran poeta. "La poesía es un buen descanso, es una buena barca para navegar siempre que no te conduzca a ninguna parte", solía decir. Oteiza tenía una calidad artística indiscutible, avalada por premios como el Príncipe de Asturias de las Artes o la Medalla de las Bellas Artes y críticas elogiosas como las de Frank Ghery, el arquitecto del Guggenheim bilbaíno -proyecto contra el que estuvo siempre el escultor vasco-, que consideró a Oteiza como el Le Corbusier y el Picasso de la escultura. Consideraciones elogiosas que lucharon cuerpo a cuerpo con malentendidos, controversias, acusaciones y litigios, como el que mantuvo durante años con el otro gran escultor vasco, Eduardo Chillida, a quien acusó de plagio. Con fama de viejo león encrespado, aunque cariñoso y sentimental, dedicado a captar el...
Jorge Oteiza decía que la muerte le iba a curar de la vida y el 9 de abril de 2003, a sus 94 años, cerró para siempre su herida, la de uno de los grandes creadores del último siglo, lo que no impedirá que su voz de impenitente agitador, siempre en desacuerdo, siga resonando en el panorama estético, político y social.
Escultor, poeta, arquitecto o ensayista son algunos de los apelativos que se le cuelgan a Oteiza, quien modernizó la escultura y regeneró la estética vasca. Pero él siempre prefería que le llamaran poeta. "La poesía es un buen descanso, es una buena barca para navegar siempre que no te conduzca a ninguna parte", solía decir. Oteiza tenía una calidad artística indiscutible, avalada por premios como el Príncipe de Asturias de las Artes o la Medalla de las Bellas Artes y críticas elogiosas como las de Frank Ghery, el arquitecto del Guggenheim bilbaíno -proyecto contra el que estuvo siempre el escultor vasco-, que consideró a Oteiza como el Le Corbusier y el Picasso de la escultura. Consideraciones elogiosas que lucharon cuerpo a cuerpo con malentendidos, controversias, acusaciones y litigios, como el que mantuvo durante años con el otro gran escultor vasco, Eduardo Chillida, a quien acusó de plagio. Con fama de viejo león encrespado, aunque cariñoso y sentimental, dedicado a captar el...
Jorge Oteiza decía que la muerte le iba a curar de la vida y el 9 de abril de 2003, a sus 94 años, cerró para siempre su herida, la de uno de los grandes creadores del último siglo, lo que no impedirá que su voz de impenitente agitador, siempre en desacuerdo, siga resonando en el panorama estético, político y social.
Escultor, poeta, arquitecto o ensayista son algunos de los apelativos que se le cuelgan a Oteiza, quien modernizó la escultura y regeneró la estética vasca. Pero él siempre prefería que le llamaran poeta. "La poesía es un buen descanso, es una buena barca para navegar siempre que no te conduzca a ninguna parte", solía decir. Oteiza tenía una calidad artística indiscutible, avalada por premios como el Príncipe de Asturias de las Artes o la Medalla de las Bellas Artes y críticas elogiosas como las de Frank Ghery, el arquitecto del Guggenheim bilbaíno -proyecto contra el que estuvo siempre el escultor vasco-, que consideró a Oteiza como el Le Corbusier y el Picasso de la escultura. Consideraciones elogiosas que lucharon cuerpo a cuerpo con malentendidos, controversias, acusaciones y litigios, como el que mantuvo durante años con el otro gran escultor vasco, Eduardo Chillida, a quien acusó de plagio. Con fama de viejo león encrespado, aunque cariñoso y sentimental, dedicado a captar el...
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Obra de Oteiza, ante el ayuntamiento de Bilbao, España-
Oteiza, uno de los escultores españoles contemporáneos más representativos, que falleció a los 94 años en la Policlínica de San Sebastián,
Jorge Oteiza, uno de los escultores españoles contemporáneos más representativos, que falleció a los 94 años
Una obra del escultor Jorge Oteiza llamada "Construcción Vacía" inaugurada en el Paseo Nuevo de San Sebastián, en el extremo opuesto de la bahía de La Concha donde se sitúa el Peine del Viento, de Eduardo Chillida.
la escultura de Jorge Oteiza, "confesión", en Bilbao
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