30/04/2003 12:00 (UTC)
El gusto por lo oriental penetra en todas las capas de la moda. Si en las pasarelas y en los escaparates de todo el mundo causan furor las telas satinadas de cuello Mao y botonadura lateral y los kimonos, los hogares occidentales optan por una decoración minimalista y llena de la simbología del Lejano Oriente.
La afición por la decoración oriental no proviene de una moda pasajera. En el siglo XIX algunos de los salones burgueses eran decorados con pinturas realizadas por artistas chinos o japoneses con papel de arroz. La costumbre de decorar salones con este tipo de símbolos se puso de moda a través de los grandes comerciantes ingleses que con su compañía de Indias iniciaron el intercambio entre Oriente y Occidente. En Gran Bretaña aparecieron incluso artistas insulares que produjeron muchas decoraciones para casas y palacios ingleses. En España, el Palacio de la Cotilla, en Guadalajara, que perteneció al Conde de Romanones representa en una de sus paredes la vida entera de un pueblo chino. Aunque la primera impresión que se lleva el espectador es la de un "revolutum" de personajes y escenas (se han contado 380 figuras humanas en él) enseguida se aprecia la estructura del complejo y la evidencia de edificios y personas ocupándolos, así como calles y plazas entre unos y otros, lo que...
El gusto por lo oriental penetra en todas las capas de la moda. Si en las pasarelas y en los escaparates de todo el mundo causan furor las telas satinadas de cuello Mao y botonadura lateral y los kimonos, los hogares occidentales optan por una decoración minimalista y llena de la simbología del Lejano Oriente.
La afición por la decoración oriental no proviene de una moda pasajera. En el siglo XIX algunos de los salones burgueses eran decorados con pinturas realizadas por artistas chinos o japoneses con papel de arroz. La costumbre de decorar salones con este tipo de símbolos se puso de moda a través de los grandes comerciantes ingleses que con su compañía de Indias iniciaron el intercambio entre Oriente y Occidente. En Gran Bretaña aparecieron incluso artistas insulares que produjeron muchas decoraciones para casas y palacios ingleses. En España, el Palacio de la Cotilla, en Guadalajara, que perteneció al Conde de Romanones representa en una de sus paredes la vida entera de un pueblo chino. Aunque la primera impresión que se lleva el espectador es la de un "revolutum" de personajes y escenas (se han contado 380 figuras humanas en él) enseguida se aprecia la estructura del complejo y la evidencia de edificios y personas ocupándolos, así como calles y plazas entre unos y otros, lo que...
El gusto por lo oriental penetra en todas las capas de la moda. Si en las pasarelas y en los escaparates de todo el mundo causan furor las telas satinadas de cuello Mao y botonadura lateral y los kimonos, los hogares occidentales optan por una decoración minimalista y llena de la simbología del Lejano Oriente.
La afición por la decoración oriental no proviene de una moda pasajera. En el siglo XIX algunos de los salones burgueses eran decorados con pinturas realizadas por artistas chinos o japoneses con papel de arroz. La costumbre de decorar salones con este tipo de símbolos se puso de moda a través de los grandes comerciantes ingleses que con su compañía de Indias iniciaron el intercambio entre Oriente y Occidente. En Gran Bretaña aparecieron incluso artistas insulares que produjeron muchas decoraciones para casas y palacios ingleses. En España, el Palacio de la Cotilla, en Guadalajara, que perteneció al Conde de Romanones representa en una de sus paredes la vida entera de un pueblo chino. Aunque la primera impresión que se lleva el espectador es la de un "revolutum" de personajes y escenas (se han contado 380 figuras humanas en él) enseguida se aprecia la estructura del complejo y la evidencia de edificios y personas ocupándolos, así como calles y plazas entre unos y otros, lo que...
El gusto por lo oriental penetra en todas las capas de la moda. Si en las pasarelas y en los escaparates de todo el mundo causan furor las telas satinadas de cuello Mao y botonadura lateral y los kimonos, los hogares occidentales optan por una decoración minimalista y llena de la simbología del Lejano Oriente.
La afición por la decoración oriental no proviene de una moda pasajera. En el siglo XIX algunos de los salones burgueses eran decorados con pinturas realizadas por artistas chinos o japoneses con papel de arroz. La costumbre de decorar salones con este tipo de símbolos se puso de moda a través de los grandes comerciantes ingleses que con su compañía de Indias iniciaron el intercambio entre Oriente y Occidente. En Gran Bretaña aparecieron incluso artistas insulares que produjeron muchas decoraciones para casas y palacios ingleses. En España, el Palacio de la Cotilla, en Guadalajara, que perteneció al Conde de Romanones representa en una de sus paredes la vida entera de un pueblo chino. Aunque la primera impresión que se lleva el espectador es la de un "revolutum" de personajes y escenas (se han contado 380 figuras humanas en él) enseguida se aprecia la estructura del complejo y la evidencia de edificios y personas ocupándolos, así como calles y plazas entre unos y otros, lo que...
El gusto por lo oriental penetra en todas las capas de la moda. Si en las pasarelas y en los escaparates de todo el mundo causan furor las telas satinadas de cuello Mao y botonadura lateral y los kimonos, los hogares occidentales optan por una decoración minimalista y llena de la simbología del Lejano Oriente.
La afición por la decoración oriental no proviene de una moda pasajera. En el siglo XIX algunos de los salones burgueses eran decorados con pinturas realizadas por artistas chinos o japoneses con papel de arroz. La costumbre de decorar salones con este tipo de símbolos se puso de moda a través de los grandes comerciantes ingleses que con su compañía de Indias iniciaron el intercambio entre Oriente y Occidente. En Gran Bretaña aparecieron incluso artistas insulares que produjeron muchas decoraciones para casas y palacios ingleses. En España, el Palacio de la Cotilla, en Guadalajara, que perteneció al Conde de Romanones representa en una de sus paredes la vida entera de un pueblo chino. Aunque la primera impresión que se lleva el espectador es la de un "revolutum" de personajes y escenas (se han contado 380 figuras humanas en él) enseguida se aprecia la estructura del complejo y la evidencia de edificios y personas ocupándolos, así como calles y plazas entre unos y otros, lo que...
Story content:
Los frentes aportan un fuerte contrapunto son lisos o están profusamente decorados
La mesa se viste con platos cuadrados, cuencos y palillos
La mezcla tiene su encanto
Azahar Collection propone esta estantería con luz suave y apliques orientales
Villalba apuesta por las lámparas de cerámica con motivos decorados.
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