La “exhibición” de Anna Kournikova

Veinticuatro horas en Zaragoza (España) han sido bastantes para comprobar todo lo que mueve esta diva del tenis, la mujer más fotografiada del circuito femenino que para jugar un partido de exhibición ha alterado la vida de toda una ciudad. Y eso que no llegó acompañado de su novio, el cantante Enrique Iglesias.

La llegada de Anna Kournikova (Moscú, 1981) a Zaragoza fue más propia de una diva del cine de los años dorados de Hollywood que de la número 35 de la clasificación femenina de tenis sin ningún título individual en su currículo: despistes a la prensa sobre su llegada, aterrizaje en jet privado, coche a pie de escalerilla del avión, centenares de miembros de seguridad, asesores, estilistas, y llegada al hotel donde la esperaban miles de aficionados que la aclamaban y portaban fotografías de la rusa a los que apenas miró.

Kournikova rápidamente subió a su “suite” de 60 metros cuadrados, donde pidió una paella valenciana y para después prepararse para su partido… de exhibición, una hora de “trabajo” por el que ha cobrado 120.000 euros, el doble que su rival, Conchita Martínez, la mejor tenista que ha dado Aragón –32 títulos individuales en su carrera- y que antes sus paisanos ha pasado casi desapercibida ante el espectáculo de la tenista rusa.

Anna ha rebajado su “caché” para jugar en...

Veinticuatro horas en Zaragoza (España) han sido bastantes para comprobar todo lo que mueve esta diva del tenis, la mujer más fotografiada del circuito femenino que para jugar un partido de exhibición ha alterado la vida de toda una ciudad. Y eso que no llegó acompañado de su novio, el cantante Enrique Iglesias.

La llegada de Anna Kournikova (Moscú, 1981) a Zaragoza fue más propia de una diva del cine de los años dorados de Hollywood que de la número 35 de la clasificación femenina de tenis sin ningún título individual en su currículo: despistes a la prensa sobre su llegada, aterrizaje en jet privado, coche a pie de escalerilla del avión, centenares de miembros de seguridad, asesores, estilistas, y llegada al hotel donde la esperaban miles de aficionados que la aclamaban y portaban fotografías de la rusa a los que apenas miró.

Kournikova rápidamente subió a su “suite” de 60 metros cuadrados, donde pidió una paella valenciana y para después prepararse para su partido… de exhibición, una hora de “trabajo” por el que ha cobrado 120.000 euros, el doble que su rival, Conchita Martínez, la mejor tenista que ha dado Aragón –32 títulos individuales en su carrera- y que antes sus paisanos ha pasado casi desapercibida ante el espectáculo de la tenista rusa.

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Veinticuatro horas en Zaragoza (España) han sido bastantes para comprobar todo lo que mueve esta diva del tenis, la mujer más fotografiada del circuito femenino que para jugar un partido de exhibición ha alterado la vida de toda una ciudad. Y eso que no llegó acompañado de su novio, el cantante Enrique Iglesias.

La llegada de Anna Kournikova (Moscú, 1981) a Zaragoza fue más propia de una diva del cine de los años dorados de Hollywood que de la número 35 de la clasificación femenina de tenis sin ningún título individual en su currículo: despistes a la prensa sobre su llegada, aterrizaje en jet privado, coche a pie de escalerilla del avión, centenares de miembros de seguridad, asesores, estilistas, y llegada al hotel donde la esperaban miles de aficionados que la aclamaban y portaban fotografías de la rusa a los que apenas miró.

Kournikova rápidamente subió a su “suite” de 60 metros cuadrados, donde pidió una paella valenciana y para después prepararse para su partido… de exhibición, una hora de “trabajo” por el que ha cobrado 120.000 euros, el doble que su rival, Conchita Martínez, la mejor tenista que ha dado Aragón –32 títulos individuales en su carrera- y que antes sus paisanos ha pasado casi desapercibida ante el espectáculo de la tenista rusa.

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Veinticuatro horas en Zaragoza (España) han sido bastantes para comprobar todo lo que mueve esta diva del tenis, la mujer más fotografiada del circuito femenino que para jugar un partido de exhibición ha alterado la vida de toda una ciudad. Y eso que no llegó acompañado de su novio, el cantante Enrique Iglesias.

La llegada de Anna Kournikova (Moscú, 1981) a Zaragoza fue más propia de una diva del cine de los años dorados de Hollywood que de la número 35 de la clasificación femenina de tenis sin ningún título individual en su currículo: despistes a la prensa sobre su llegada, aterrizaje en jet privado, coche a pie de escalerilla del avión, centenares de miembros de seguridad, asesores, estilistas, y llegada al hotel donde la esperaban miles de aficionados que la aclamaban y portaban fotografías de la rusa a los que apenas miró.

Kournikova rápidamente subió a su “suite” de 60 metros cuadrados, donde pidió una paella valenciana y para después prepararse para su partido… de exhibición, una hora de “trabajo” por el que ha cobrado 120.000 euros, el doble que su rival, Conchita Martínez, la mejor tenista que ha dado Aragón –32 títulos individuales en su carrera- y que antes sus paisanos ha pasado casi desapercibida ante el espectáculo de la tenista rusa.

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