15/03/2004 12:00 (UTC)
¿Es posible imaginar una novela de ciencia ficción en la que la tripulación de una nave interestelar sea oriunda de Argentina y despegue desde una base espacial ubicada en Buenos Aires, en lugar de ser norteamericana y partir desde los EE.UU.? ¿Son creíbles las aventuras de un grupo de hadas de origen cubano y no procedentes del sur de Inglaterra? ¿Puede un personaje de ciencia ficción comer asado, tacos con guacamole o tortilla de patata en lugar de un sándwich o unas píldoras?
No sólo es posible sino que estas historias ya se han escrito y, aún mejor, el público a ellas destinadas crece día a día. Durante demasiado tiempo, los aficionados hispanohablantes al género fantástico se conformaron con la literatura fabricada en EE.UU. o en el Reino Unido, más alguna rareza de otros países como Rusia. Lo más aproximado que podía encontrarse en nuestra cultura fue el movimiento conocido como “realismo mágico”, con autores del calibre del colombiano Gabriel García Márquez o el argentino Julio Cortázar, pero ni los temas, ni los personajes, ni los ambientes tenían demasiado que ver. Hoy, España, Argentina y México lideran una revolución literaria que se extiende poco a poco y que está forjando un estilo propio de la literatura de ciencia ficción.Prueba evidente del cambio es la convocatoria del Premio Internacional de Ciencia ficción y Literatura Fantástica Minotauro, creado por la misma editorial de origen argentino y hoy cobijada por el Grupo Planeta. La primera...
¿Es posible imaginar una novela de ciencia ficción en la que la tripulación de una nave interestelar sea oriunda de Argentina y despegue desde una base espacial ubicada en Buenos Aires, en lugar de ser norteamericana y partir desde los EE.UU.? ¿Son creíbles las aventuras de un grupo de hadas de origen cubano y no procedentes del sur de Inglaterra? ¿Puede un personaje de ciencia ficción comer asado, tacos con guacamole o tortilla de patata en lugar de un sándwich o unas píldoras?
No sólo es posible sino que estas historias ya se han escrito y, aún mejor, el público a ellas destinadas crece día a día. Durante demasiado tiempo, los aficionados hispanohablantes al género fantástico se conformaron con la literatura fabricada en EE.UU. o en el Reino Unido, más alguna rareza de otros países como Rusia. Lo más aproximado que podía encontrarse en nuestra cultura fue el movimiento conocido como “realismo mágico”, con autores del calibre del colombiano Gabriel García Márquez o el argentino Julio Cortázar, pero ni los temas, ni los personajes, ni los ambientes tenían demasiado que ver. Hoy, España, Argentina y México lideran una revolución literaria que se extiende poco a poco y que está forjando un estilo propio de la literatura de ciencia ficción.Prueba evidente del cambio es la convocatoria del Premio Internacional de Ciencia ficción y Literatura Fantástica Minotauro, creado por la misma editorial de origen argentino y hoy cobijada por el Grupo Planeta. La primera...
¿Es posible imaginar una novela de ciencia ficción en la que la tripulación de una nave interestelar sea oriunda de Argentina y despegue desde una base espacial ubicada en Buenos Aires, en lugar de ser norteamericana y partir desde los EE.UU.? ¿Son creíbles las aventuras de un grupo de hadas de origen cubano y no procedentes del sur de Inglaterra? ¿Puede un personaje de ciencia ficción comer asado, tacos con guacamole o tortilla de patata en lugar de un sándwich o unas píldoras?
No sólo es posible sino que estas historias ya se han escrito y, aún mejor, el público a ellas destinadas crece día a día. Durante demasiado tiempo, los aficionados hispanohablantes al género fantástico se conformaron con la literatura fabricada en EE.UU. o en el Reino Unido, más alguna rareza de otros países como Rusia. Lo más aproximado que podía encontrarse en nuestra cultura fue el movimiento conocido como “realismo mágico”, con autores del calibre del colombiano Gabriel García Márquez o el argentino Julio Cortázar, pero ni los temas, ni los personajes, ni los ambientes tenían demasiado que ver. Hoy, España, Argentina y México lideran una revolución literaria que se extiende poco a poco y que está forjando un estilo propio de la literatura de ciencia ficción.Prueba evidente del cambio es la convocatoria del Premio Internacional de Ciencia ficción y Literatura Fantástica Minotauro, creado por la misma editorial de origen argentino y hoy cobijada por el Grupo Planeta. La primera...
¿Es posible imaginar una novela de ciencia ficción en la que la tripulación de una nave interestelar sea oriunda de Argentina y despegue desde una base espacial ubicada en Buenos Aires, en lugar de ser norteamericana y partir desde los EE.UU.? ¿Son creíbles las aventuras de un grupo de hadas de origen cubano y no procedentes del sur de Inglaterra? ¿Puede un personaje de ciencia ficción comer asado, tacos con guacamole o tortilla de patata en lugar de un sándwich o unas píldoras?
No sólo es posible sino que estas historias ya se han escrito y, aún mejor, el público a ellas destinadas crece día a día. Durante demasiado tiempo, los aficionados hispanohablantes al género fantástico se conformaron con la literatura fabricada en EE.UU. o en el Reino Unido, más alguna rareza de otros países como Rusia. Lo más aproximado que podía encontrarse en nuestra cultura fue el movimiento conocido como “realismo mágico”, con autores del calibre del colombiano Gabriel García Márquez o el argentino Julio Cortázar, pero ni los temas, ni los personajes, ni los ambientes tenían demasiado que ver. Hoy, España, Argentina y México lideran una revolución literaria que se extiende poco a poco y que está forjando un estilo propio de la literatura de ciencia ficción.Prueba evidente del cambio es la convocatoria del Premio Internacional de Ciencia ficción y Literatura Fantástica Minotauro, creado por la misma editorial de origen argentino y hoy cobijada por el Grupo Planeta. La primera...
¿Es posible imaginar una novela de ciencia ficción en la que la tripulación de una nave interestelar sea oriunda de Argentina y despegue desde una base espacial ubicada en Buenos Aires, en lugar de ser norteamericana y partir desde los EE.UU.? ¿Son creíbles las aventuras de un grupo de hadas de origen cubano y no procedentes del sur de Inglaterra? ¿Puede un personaje de ciencia ficción comer asado, tacos con guacamole o tortilla de patata en lugar de un sándwich o unas píldoras?
No sólo es posible sino que estas historias ya se han escrito y, aún mejor, el público a ellas destinadas crece día a día. Durante demasiado tiempo, los aficionados hispanohablantes al género fantástico se conformaron con la literatura fabricada en EE.UU. o en el Reino Unido, más alguna rareza de otros países como Rusia. Lo más aproximado que podía encontrarse en nuestra cultura fue el movimiento conocido como “realismo mágico”, con autores del calibre del colombiano Gabriel García Márquez o el argentino Julio Cortázar, pero ni los temas, ni los personajes, ni los ambientes tenían demasiado que ver. Hoy, España, Argentina y México lideran una revolución literaria que se extiende poco a poco y que está forjando un estilo propio de la literatura de ciencia ficción.Prueba evidente del cambio es la convocatoria del Premio Internacional de Ciencia ficción y Literatura Fantástica Minotauro, creado por la misma editorial de origen argentino y hoy cobijada por el Grupo Planeta. La primera...
Story content:
León Arsenal, primer premio del certamen de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica Minotauro
Julián Diez, crítico especializado sotiene que la mejor ciencia ficción en español se ha escrito en Argentina
García Lorenzana, editor de Minotauro
César mallorquí, unpo de los escritores de la emergente ciencia ficción hispana.
El crítico Julián Díez opina que la gran obra maestra del fantástico en nuestro idioma es La invención de Morel, de Bioy Casares. En la foto, el autor argentino
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