AKIRA KUROSAWA O LA PASIÓN POR LOS SAMURAIS

--- Pintor, hombre culto, amante de la cultura occidental, Kurosawa había enseñado al mundo a ver la belleza que tiene tras de sí la cultura nipona

--- "Yo soy uno de esos hombres que trabajan con pasión; me lanzo totalmente en todo lo que hago. Me gustan los veranos ardientes, los inviernos fríos, las lluvias torrenciales, y la nieve, y creo que eso lo revelan la mayoría de mis películas. Me gustan los extremos porque los considero más vivos. Siempre he pensado que los hombres que actúan y reflexionan como hombres, que son los más fieles a sí mismos, son mejores que los demás"

--- Como ocurre con los geniales talentos artísticos, definir su obra, genéricamente, nos daría una idea inexacta de la belleza incomparable que entraña ese vasto fresco de sufrimientos humanos desgranados en sus historias

ROBERTO CAZORLA EFE - REPORTAJES

Pintor, hombre culto, amante de la cultura occidental, Kurosawa había enseñado al mundo a ver la belleza que tiene tras de sí la cultura nipona. De él se dijo que Occidente había descubierto el cine japonés cuando presentó en Venecia, en 1952, su película "Rashomon". Desde entonces se convirtió en un director caro y las productoras niponas se lo disputaban. No obstante, entonces declaró: "Los productores son culpables de la crisis del cine".

En 1950 inició la década con el rodaje de "Escándalo" ("Shubun") y "Rashomon", con la que se abrió el mercado mundial. "Hakuchi" ("El idiota"), la filmó en 1951; seguidas de "Vivir" ("Ikiru") (1952); "Los siete Samurais" (1954); "Ikimono no kiroku" ("Crónica de un ser vivo") (1955); "Kumonosu jo" ("Trono de sangre") (1957), y "Kukuchi toride non san kunin" ("La fortaleza escondida" (1958).

"ME CONOZCO LO BASTANTE BIEN" Kurosawa no volvió a dirigir hasta 1960, en que se puso detrás de la cámara para "Warui yatsu hodo yoku nemuru" ("Los canales...